Los avatares de la familia Salvatierra-Valle

 

Hace tiempo que quería rescatar la historia de los avatares que a consecuencia de la Guerra Civil tuvo que pasar la familia Salvatierra-Valle en el año 1938.  Muchas veces había escuchado de Vicente Salvatierra relatos parciales de aquellos días y de las penalidades que durante muchos meses tuvieron que pasar fuera de Peraltilla.  Me llamaba la atención la forma en que Vicente se emocionaba al relatarlo.

Creí necesario recopilar todos los datos y dejar constancia de la historia de la familia, de manera que una mañana conseguí que Vicente, pese a sus reticencias, me hiciera contara sus recuerdos.  Al final ha quedado un relato menos centrado en los avatares sufridos durante la guerra y más en la historia de esta familia que se abrió paso a base de mucho trabajo y sacrificio.

 

Teresa, Vicente, Gregoria, José, María y Eduardo 1945

José Salvatierra Rodrigo y Gregoria Valle Ugued eran naturales de Laperdiguera.  José tenía 10 hermanos y Gregoria era hija única, su padre Vicente Valle Valdovinos se había quedado viudo.

  José y Gregoria se casaron hacia 1918 y tuvieron 7 hijos: Josefina (nacida en 1919), Joselín (1921), Marino (1924), Teresa (1926), Vicente (1930), María (1933) y Eduardo (1936). 

Al casarse, se trasladaron a vivir al Mesoner del Pueyo para hacerse cargo de las tierras que había trabajado el hermano mayor de José, caminero ya fallecido.  Allí nacieron Josefina, Joselín y Marino.  Alrededor del año 1924 decidieron dejar El Pueyo y marcharse a Terreu donde les habían ofrecido trabajar como arrendatarios una parte de la finca.  Tenían ya dos pares de mulas.  Allí en Terreu permanecieron durante siete años.


Con el dinero que ahorraron, en el año 1932 pudieron comprar 50 hectáreas en “La Fagüela”, término municipal de Azara, a unos 4 kilómetros de Peraltilla.  El plan inicial era hacerse una casa en la propia finca, incluso llegaron a comprar las tejas y trasladándolas allí.  Al final, para poder llevar a los hijos a la escuela, en 1933 vinieron a vivir a Peraltilla.  El 14 de abril de 1933 adquirieron la Posada de Arriba a sus propietarios: Miguel Arroyos Mur, Agustín Broto Sesé, Guillermo Altemir Buil e Hipólito Craver Biescas.  Estos a su vez la habían comprado tres años antes, en 1930 a Joaquina Riverola Sanz y Ricardo Cosculluela Vidal.  A los propietarios de casa Palacio les compraron un terreno al lado la Posada de Arriba para convertirla en era.

 

Vicente, Ismael y José hacia 1963

La finca de La Fagüela, la sembraron viviendo aún en Terreu, un año antes de venir a vivir aquí.  En Terreu, la familia Salvatierra obtenía unos 14 vagones de trigo o cebada (140.000 kilos).  Ese monte es muy distinto al de Peraltilla, allí los campos son llanos y extensos. Tenían una segadora-atadora que iba dejando los fajos a lo largo del campo.  Esta máquina era tirada por cinco caballerías, con un tiro muy largo (2 2 1). Cuando la trajeron a este monte no fue operativa por el pequeño tamaño de las fajas, donde no tenían espacio para maniobrar.  Una anécdota relacionada con esta segadora es que Marino, siendo pequeño, lo puso su padre para guiar a la mula delantera y parece ser que se durmió en la faja quedando para el lado del corte, con tan buena fortuna que su padre lo vio y pudo parar a tiempo las caballerías.

         Cuando se instalaron en Peraltilla, la familia estaba compuesta por el abuelo Vicente, los padres José y Gregoria y cinco hijos: Josefina, Joselín, Marino, Teresa y Vicente.  Este último tenía apenas un año, había nacido en Terreu (fue bautizado en El Tormillo).  En Peraltilla nacieron los dos últimos hijos del matrimonio: María y Eduardo.

La vida de la familia hasta el estallido de la Guerra Civil transcurre, como en cualquier otra familia en esos años, dedicada a las tareas del campo.

La Guerra Civil se inició en julio de 1936.  En marzo de 1938 el ejército de Franco está a punto de llegar a Peraltilla.  Parece ser que en ese momento, en la Posada de Arriba había cientos de bidones de gasolina depositados allí por el bando republicano.


Ante el avance del ejército nacional y por el miedo de que alguna bomba pudiera alcanzar la casa, un amigo de la familia (al parecer periodista) cogió a los hijos que se encontraban en la casa y para protegerlos los llevó con él hasta su pueblo, Camporrels, pensado que allí no habría ningún peligro. 

En ese momento, el abuelo Vicente, José el padre y Joselín estaban labrando en la Faguela. Cuando llegaron a casa y vieron que los hijos habían marchado, decidieron cargar la galera de alimentos y con las cuatro caballerías se pusieron en viaje en dirección a Camporrels.

En la Posada de Arriba quedaron solo el abuelo Vicente, su hija Gregoria y Marino con la intención de unirse a la familia poco después, cosa que ya no fe posible por la entrada del ejército nacional.

En marzo del 38, José con sus hijos Josefina (19 años), Joselín (17 años), Teresa (12 años), Vicente (8 años), María (5 años) y Eduardo (2 años) emprendieron aventura hacia Cataluña huyendo del frente que se desplazaba hacia el este, arrastrados por la guerra hacia un futuro incierto.

En el viaje hacia Cataluña se encontraron las carreteras abarrotadas de gente, caballerías y carros de todas clases que huían del avance del frente.  Vicente tiene grabadas en su mente escenas muy duras y trágicas que han perdurado a través de los años provocando en él fuertes emociones: “había pasado la aviación ametrallando a la población civil que iba por la carretera, habían hecho una masacre, carros volcados, caballerías agonizantes, gente herida que pedía ayuda.  Había que apartar a la cuneta los carros utilizando las caballerías que se habían salvado, los cadáveres de personas y caballerías y a los heridos para despejar la carretera y poder pasar, aquello fue terrible, una guerra es lo peor del mundo”.

 


José e Ismael hacia 1963

Acabaron en un pueblo a unos veinte kilómetros de Vic, la Rambla de Oris en la provincia de Barcelona.  Allí se establecieron y estuvieron algo más de ocho meses, hasta que terminó la guerra en esa zona de España.  Para sobrevivir todo ese tiempo tuvieron que trabajar muy duramente. José y Joselín trabajaban en una empresa de hilados mientras Josefina cuidaba de los demás hermanos llegando a ahorrar 16.000 pesetas de la época que al ser dinero republicano quedó abolido y no sirvió después para nada.  Allí perdieron una caballería de las cuatro que salieron de Peraltilla, al parecer porque le cayó sobre ella una viga y la mató.  Las otras tres fueron requisadas para el ejército republicano.  Cuando vinieron a llevarse las caballerías, la hermana mayor, Josefina, se enfrentó a los soldados, ellos le replicaron de malas maneras y la amenazaron con llevarse a su hermano Joselín si no se callaba.

En este punto, tengo que aclarar que la marcha de Peraltilla no tuvo nada que ver con motivos políticos, nadie de la familia se había significado de ninguna manera en política ni en sindicalismo.  De manera que nada tenían que temer de las posibles represalias que los vencedores de la guerra aplicaban a los vencidos.  José era una persona muy laboriosa que solo pensaba en el trabajo y en sacar la casa adelante.

El regreso se produjo en el mes de diciembre de 1938, cuando creyeron que el peligro ya había pasado.  Mientras tanto habían pasado nada menos que ocho meses desde que salieron de Peraltilla.  Volvieron con lo puesto, prácticamente sin nada.  Allí se quedaron las cuatro caballerías y la galera.  El viaje de regreso fue en camiones, aprovechando vehículos que iban en dirección a Barbastro.

Al cabo de un tiempo, Marino se desplazó a la zona de Vic y consiguió traer de vuelta una caballería. Algo más tarde también se recuperó la galera que fue transportada hasta Peraltilla en un camión.

Las consecuencias de todas estas peripecias fue que la casa quedó prácticamente en la ruina. Tuvieron que partir otra vez desde cero y endeudarse para comprar caballerías y todo lo necesario para seguir adelante.  Una casa bastante más rica que el resto de casas de Peraltilla, se vio abocada por circunstancias de la guerra a perder gran parte de sus bienes, aparte del año de calamidades y sufrimiento que tuvieron que vivir en su forzada marcha de Peraltilla.

Vicente Valle Valdovinos, padre de Gregoria, falleció pocos días antes de que regresara el resto de la familia.  Murió sin saber qué había sido de ellos, el 1 de diciembre de 1938 a los 72 años, dicen que de pena y aflicción por todo lo sucedido. En todo ese tiempo no tuvieron noticias los unos de los otros.  En agosto de 1942 y a consecuencia de una septicemia, murió Josefina, la hermana mayor, a los 21 años, un mazazo tremendo para la familia. 

El resto de la historia, ya la conocéis, la casa salió adelante a base de mucho trabajo y esfuerzo. Joselín fue el heredero. Se casó con Ángeles Riverola de casa Juste y tuvieron tres hijos, José Ángel, Ismael y Gerardo.  Teresina y María se fueron a servir a Barcelona y después se llevaron a su hermano pequeño Eduardo.  Teresina se casó en Granada y tuvo tres hijos.  María se casó en Barcelona y también tuvo tres hijos.  Eduardo se casó en Barcelona con Consuelo y tuvieron dos hijas.

Vicente Salvatierra, mi informante en esta historia, tenía 9 años cuando regresó del viaje comentado, acudió unos años a la escuela, alternando periodos escolares con la agricultura y el ganado.  A los 15 años y durante tres años, de 1945 a 1948 trabajó en las obras de la variante de la carretera que hasta entonces pasaba por delante de la Posada de Arriba.  Trabajó en la construcción y en todo tipo de obras, incluidas las del Canal del Cinca. También estuvo en las obras de Torreciudad donde se hizo cantero y posteriormente en las restauraciones de la torre de la Catedral de Barbastro, en San Pedro el Viejo de Huesca y en innumerables obras, siempre ya de cantero hasta su jubilación.

En el año 1971 Joselín y Angeles compraron casa Esteban (calle Mayor nº 14) y después de reformarla completamente, en 1977 se trasladaron a vivir allí desde la Posada de Arriba.  Esta última fue vendida en el año 2002 a una familia de alemanes, sus actuales propietarios.

 

Eduardo Budiós Tuá
Agosto de 2011