Un singular hallazgo arqueológico en Peraltilla
 

   Mi amigo Eduardo me pidió hace un tiempo que escribiese un pequeño artículo para esta web sobre una moneda que, de forma casual, localizó en Peraltilla en un cerro junto al barranco de La Clamor, en la partida de Los Puyalones. En esa misma zona, a finales del siglo XIX existía un asentamiento: Los Corraletes. Con toda confianza me prestó la moneda que, en verdad, me ha dado más de un quebradero de cabeza ante la dificultad de esclarecer en un principio ante qué tipo de numisma me encontraba.
 

Se trata de una pequeña moneda de 9 mm de diámetro, 3 mm de grosor y de apenas 1 gramo de peso. El material en la que fue acuñada es el bronce. Las cosas se fueron tornando más claras al analizar el anverso que presenta un texto en carácteres cúficos mientras que el reverso está muy desgastado, por lo que es complicado descifrar la decoración original, que quizá fue un animal.

Con todas estas evidencias llegué a la conclusión de que se trata de un felus hispano-árabe. O dicho de otra manera: uno de los numismas que los árabes trajeron consigo tras penetrar en la península a principios del siglo VIII de la era. Hagamos un sucinto repaso de lo que fue la invasión islámica de Hispania.

En el 646, los árabes conquistaron Alejandría lo que marcó el punto de partida para su expansión por el norte de África. En veinte años ya habían tomado Túnez y en el 698 conquistan definitivamente Cartago. Desde esta ciudad la flota musulmana recorre el Mediterráneo occidental (Sicilia, Cerdeña, Baleares y el sur de la península ibérica). La monarquía visigoda con capital en Toledo está herida de muerte tras la muerte del rey Witiza (710) y los problemas sucesorios

Sobre la entrada de los musulmanes en la península se cree que don Julián, gobernador de la zona del estrecho, y enemigo del nuevo rey Rodrigo, negocia con Musa ben Nusayr, emir del norte de África, la entrada de los musulmanes en Hispania. En primer lugar desembarcó Tarif (que según algunas teorías le dio nombre a Tarifa) y en una segunda ocasión lo hizo Tariq acompañado con un ejército de hombres bereberes. Corría el año 711. No tardó en acudir el rey Rodrigo con sus huestes pero fue derrotado y muerto en la batalla de Guadalete.

El avance del lugarteniente Tariq fue imparable: las tierras de Córdoba, Málaga y Granada pronto cayeron en sus manos. Desde allí, continuó hasta Toledo, capital del reino visigodo. La ciudad no ofreció resistencia y Táriq cruzó Somosierra. El centro de península ya era musulmán.
 

En el 712, Musa cruzaba el Estrecho y Sevilla se rendía sin resistencia. Los que fueron pobladores del reino visigodos acogieron a los musulmanes como un pueblo civilizado y libertador. En el 713 cayó Mérida. Los musulmanes ya dominaban la Bética, a falta de una parte de la Lusitania, la Cartigenense y la Tarraconense occidental. Los nobles godos, a los que se les permitía seguir en el poder, debían fidelidad al walí de Hispania y pagar tributos. A cambio, se respetarían sus propiedades y su fe cristiana.

Tariq, junto a Musa, continuaba avanzando hacia el norte. En el 714 llega a Zaragoza, desde donde se dirige a Soria y Palencia, para penetrar en Asturias. A su paso, conquista Logroño, León y Astorga, fijando los límites de la conquista en el valle del Ebro. En verano de 714, Tariq y Musa fueron llamados por el califa de Damasco, mientras que el hijo de Musa, Abd-al-Aziz permaneció en Sevilla, primera capital de al-Andalus, como walí. Muere en el 716 y empieza un periodo turbulento de 40 años. La capital se trasladó a Córdoba y entre ese año y el 719 capitularon Pamplona, Huesca y Barcelona, lo que obligó a los hispanogodos a refugiarse en las montañas del Cantábrico o el Pirineo o emigrar a la Galia que truncó las aspiraciones conquistadoras de los musulmanes en la batalla de Poitiers.

Los problemas internos de al-Andalus propició la consolidación de un movimiento insurreccional en la costa del Cantábrico, alentado con la victoria de Covadonga en el 718, por parte de Don Pelayo. En ese mismo siglo surge el germen del reino de Asturias. No tardaría en extenderse la resistencia cristiana por el territorio peninsular que concluyó en ocho siglos de reconquista culminada con la toma del último bastión nazarí de Granada en 1492.

Tras la llegada de las primeras tropas musulmanas a suelo peninsular, las nuevas autoridades  acuñaron moneda islámica con el fin de consolidar el territorio conquistado. En sus tierras la moneda antigua queda desplazada. Al-Andalus trae una nueva fe, una nueva cultura, una nueva forma de hacer política y estos cambios se han de ver reflejados en la producción numismática que en definitiva es una vía de propagandística y de información. Así nacen los fals o felus de bronce o cobre. El hallado en Peraltillo es uno de ellos.

Para un estudio más pormenorizado de estas acuñaciones no contamos con demasiadas investigaciones acerca de la numismática andalusí. Hasta la fecha son pocos los expertos que han profundizado en aspectos como la catalogación de los feluses, a pesar de que la numismática es una de las más importantes de las llamadas ciencias auxiliares de la historia.

El felus de Peraltilla viene a demostrar la presencia musulmana en nuestro territorio, que formaba parte de la provincia o distrito de Barbitaniya. A su vez formaba parte de la Marca Superior de al-Andalus, zona estratégica como frontera septentrional con el reino cristiano. Pero son otras las evidencias históricas y documentales que nos hablan de la presencia islámica en el Somontano, como los restos de plazas fuertes en la frontera norte: Naval, Salinas y Alquézar. Esta última localidad conserva su nombre árabe: al-Qasr (la fortaleza). Jalaf ibn Rasid la fundó en el siglo IX donde hoy se ubica la Colegiata de Santa María la Mayor aunque no se conserva ningún resto. La finalidad de esta empresa no era otra que la de frenar el avance de los reinos cristianos del norte. En 1099 Naval paso a las manos del rey cristiano Pedro I de Aragón. Ese mismo Salinas de Hoz fue reconquistada.

La ciudad más importante de la Barbitaniya era Barbastro que contó con arrabales, fortaleza, mezquita,  y unos baños públicos. En 1094 la plaza pasó a manos cristianas.

La toponimia es, en algunos casos, una prueba irrefutable de nuestro pasado árabe. Azara proviene de al-Sajra (la roca), mientras que el río Alcanadre no es otra cosa que la evolución de la expresión al-Qanatir (los puentes). Esto, unido a algunos restos arqueológicos (como el capitel del siglo XI) nos llevan a concluir que el Somontano era un territorio con una gran actividad en época musulmana. Actividad que también debió darse en las tierras de la actual Peraltilla aunque a falta de prospecciones arqueológicas, no podemos determinar el papel que jugó en la Barbitaniya.

Pili Lisa Subías
Arqueóloga
2-10-2006